martes, 9 de septiembre de 2008

FIDELIDAD Y RUIDO, DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

Fidelidad y efectividad de la comunicación
Una de las principales labores que realiza el comunicador es evitar que el ruido forme parte de nuestro proceso de comunicación. Se supone que no debería
considerarse un elemento, pero en muchas ocasiones interviene y por eso es necesario estudiarlo.

Ruido
Shannon y Weber hablaron del ruido como una interferencia electrónica que impide la fidelidad del mensaje. No olvidemos que Claude Shannon era ingeniero y trabajaba para la compañía telefónica Bell. Esa es la razón de su visión. A este tipo de problema se le llamó Ruido Técnico y abarcó a toda complicación física.

Sin embargo más adelante, Berlo planteó que el Ruido y la Fidelidad eran dos aspectos de un mismo proceso y que podía presentarse por distintos factores, en cualquiera de los componentes o elementos de la comunicación.

Una definición exacta de Ruido es: “cualquier barrera no deseada por el emisor o fuente que se presenta durante el proceso de comunicación y que impide que la fuente logre su propósito comunicativo”.

Ruido Técnico, Es cualquier complicación física, material o electrónica que se puede presentar durante el proceso de comunicación. Por ejemplo, una falla en el teléfono que nos impide escuchar con nitidez o el sonido de una bocina que no nos deja entender lo que habla nuestro interlocutor. Casi siempre se produce en el canal.

Ruido Semántico Entre los factores que Berlo menciona, están habilidades como escribir, hablar, leer y escuchar. Una palabra mal pronunciada o escrita puede generar un tipo de distorsión en nuestra comunicación. También mencionemos el nivel cultural.

Ruido Semiótico, Nuestra incapacidad para decodificar ciertos signos o símbolos afectan el proceso. Por ejemplo, como suele suceder con los controles remotos o computadoras.

La fidelidad en los diversos elementos de la comunicación

La fidelidad tiene una relación inversamente proporcional al ruido. Y está claro que la principal función del comunicador es eliminar el ruido y aumentar la fidelidad de un mensaje. Para lograr tal cometido, es preciso realizar previamente un análisis para detectar donde se pueden producir barreras que impidan una comunicación efectiva.

EN LA FUENTE
La capacidad de reflexión o pensamiento, puede ser el generador de fidelidad o ruido, según sea el caso. Esta habilidad tiene que ver mucho con establecer correctamente el propósito de nuestra comunicación y nunca perderlo de vista.
Que pasaría si nosotros mismos no sabemos con exactitud lo que queremos. Entonces, ¿cómo lo pediríamos? Tendríamos dificultades para codificar, elegir canal y elaborar el mensaje.
La actitud es otro factor de fidelidad en el proceso de comunicación. Se subdivide en:
Actitud hacia uno mismo. Muchas veces podemos determinar correctamente nuestro propósito, pero no estamos muy convencidos de poderlo lograr. Ese tipo de actitud suele afectar nuestra capacidad de expresarnos, es decir de encodificar y hasta de elegir el canal.
Actitud hacia el tema. Podemos no creer en lo que decimos. La teoría de la disonancia cognitiva habla mucho sobre ello. Si nos dieran a vender un refresco en caja con sabor a papaya y mango, que no nos gusta, probablemente no elaboremos una buena comunicación.
Actitud hacia el receptor. Entendemos esta actitud como un sentimiento exclusivo de la fuente y que es detectado por el receptor. El comunicador tiene que apreciar realmente a quien lo escucha, pues aunque codifique bien su mensaje, si el auditorio no se siente apreciado se vuelve crítico.
El nivel de conocimiento. Si por ejemplo, por una emergencia una radio sienta a narrar un partido de fútbol a alguien que no sabe nada de este deporte, la fuente estaría generando un ruido que impediría que los oyentes entiendan algo.

EN EL CODIFICADOR.
El ser humano posee dos habilidades codificadoras: Hablar y escribir. A ellas debemos agregar nuestra capacidad de construir un lenguaje a base de gestos.
En todas estas habilidades, lo que hacemos es transmitir signos que tienen un significado para el receptor, campo de estudio de la semántica.
Además adhiere otros códigos. Gestos, colores, sonidos, movimientos, olores, sabores, formas etc
¿Qué sucede cuando estos signos no son los correctos o están mal estructurados de acuerdo a nuestro propósito? Nos referimos a errores gramaticales, incluyendo los ortográficos o una mala elección de los colores en un logotipo.
El resultado será que el destino le adhiera al mensaje, un significado muy distinto al que quiso decir la fuente. Es lo que llamamos Ruido Semántico semiótico.
Las causas de hablar o escribir mal, pueden tener su raíz en los niveles de conocimiento, así como en el sistema socio-cultural. Por ejemplo, la ausencia de puntuación correcta, nos lleva a cambiar el significado de un escrito.

EN EL DECODIFICADOR
Las habilidades decodificadoras del hombre son escuchar y leer, así como interpretar otros sistemas de gestos o señales.
Un ejemplo de ruido semántico sería que el lector de un libro otorgue un significado incorrecto a una palabra, cambiando el sentido de la lectura. Su incapacidad de decodificar los signos lingüísticos transmitidos, genera una interrupción en el propósito del autor del libro. Esto puede tener su origen en el nivel de conocimiento e incluso en el sistema socio cultural del destino.
Otro problema es que, a menudo muchas personas no conocen el significado de las simbologías existentes en letreros, pantallas de computadoras, equipos audiovisuales etc. Habremos de separar de la mala decodificación lingüística y, llamaremos a estos ruidos semióticos ó semiológicos. La habilidad del comunicador está en usar signos no lingüísticos que sean de dominio universal.

EN EL DESTINO

Es muy importante conocer o predecir la actitud de nuestro receptor o destino para garantizar la eficacia de nuestra comunicación. De lo contrario se generan problemas de efectividad.
La actitud hacia el tema suele ser la causa de ruido en la comunicación por parte del destino. En esto entra a tallar el conocimiento y el interés. Puede ser algo que no conozcamos, pero lo aceptamos porque queremos ampliar nuestro horizonte. O puede ocurrir al revés, por que es un tema que no entendemos, nuestro interés hacia él es nulo. Por ejemplo, las revistas especializadas en economía, mucha gente no las compra porque no las entiende.
La actitud hacia el emisor es tal vez la parte más importante de la comunicación moderna, y uno de los axiomas principales de todo buen comunicador. Especialmente al tema de la credibilidad. Todo un bien pensado, encodificado y canalizado plan de comunicación se puede estrellar de lleno contra la incredulidad de la audiencia, echando por la borda nuestro propósito. La actitud negativa del destino es uno de los retos más difíciles de superar.

EN EL CANAL
Si algo fallase en el espacio material por donde viaja el mensaje, téngalo por seguro que se trata de un ruido técnico o físico. El comunicador debe evitar el ruido técnico, eligiendo un canal adecuado, teniendo en cuenta que: vaya en la dirección correcta, es decir hacia nuestro destino; que no se encuentre saturado de tal manera que pueda distraer nuestro mensaje o detenerlo; que sea lo suficientemente rápido para satisfacer nuestros requerimientos y que no sea susceptible de deteriorarse

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